lunes, 22 de diciembre de 2008

La muerte de un flogger

Ayer asesinaron a un flogger. Un grupo de adolescentes lo agarró a la salida de un boliche en Las Tapias, una localidad de Traslasierra, y le pegó hasta dejarlo inconsciente. Las notas policiales informan que murió un rato después.

Supongo que era la noticia que le faltaba al universo flogger en este 2008: un final trágico. A lo largo de este año he visto y escuchado muchas cosas alrededor del tema. He visto debates televisivos vergonzosos en torno a estas nuevas "tribus urbanas", donde –de Chiche Gelblung a Mex Urtizberea– se intentaba poner en ridículo a los floggers que ellos mismos invitaban al piso, una intención que más bien demostraba la ignorancia de los conductores acerca de las conductas de la juventud.

“Haga patria, mate a un flogger” es la máxima de moda entre los que están en contra de estos chicos. O su eufemismo progre: “Haga patria, despeine a un flogger”, que intenta desacreditar a los adolescentes con argumentos políticamente correctos, del tipo “son chicos que no tienen ideología”, como si a los 15 años todos hubiéramos tenido un norte claro. Ni siquiera el humor logra esconder ese fascismo tácito.

El hecho de ayer presenta un link inevitable con el asesinato de Marcos Spedale, al que mataron en 2005 de una forma bastante similar en pleno Cerro de las Rosas. Entonces nadie hablaba de floggers, sino que la tribu mediática eran los rugbiers, acaso su opuesto perfecto. Pero la muerte, se sabe, es lo que nos hace iguales a todos.

Fuera por curiosidad o a raíz de coberturas periodísticas, durante este año he tenido la oportunidad de charlar con algunos floggers de Córdoba. Y si algo he aprendido acerca de ellos es que están alejados de cualquier clase de violencia, lo cual, en estos tiempos, ya podríamos empezar a considerarlo una virtud.

Algunos meses atrás, Cumbio estuvo de visita por la ciudad para participar de una fiesta flogger. En aquella oportunidad la entrevistamos junto a Mara, y el video de la nota suscitó la típica avalancha de opiniones. También estaba planeado que se publicara un reportaje más extenso para el diario, pero por cuestiones de agenda no pudo ver la luz. De todas maneras, creo que Cumbio dijo algunas cosas que a esta altura vale la pena repensar, por eso lo comparto.

Lo que tú sientes se llama obsesión

Cumbio, la flogger más conocida del país, habla de su popularidad, el futuro, su bisexualidad y su relación con los periodistas.

Cuando una pregunta la incomoda o no le interesa demasiado, Agustina fija la vista hacia abajo y juega con los auriculares que sostiene en una mano: es un movimiento leve de su muñeca, que hace que sus headphones color crema giren de tal manera que forman un remolino minúsculo. Mientras los hace girar, responde.

Agustina es Agustina Vivero, es decir Cumbio, una adolescente que con sus 17 años ya experimentó una rara forma de popularidad. Su figura se volvió pública, en primera instancia, a raíz de su fotolog, un sitio web personal donde se cuelgan fotografías. A través de esas imágenes, en las que ella publicaba sus autorretratos y fotos con sus amigos, se fue haciendo una cara conocida para los miles de jóvenes que también tienen su flog en Argentina. Se calcula que en nuestro país hay más de dos millones de fotologs registrados, y dentro de ese microuniverso son muchísimos los adolescentes que lo utilizan para postear fotos de ellos mismos en diferentes poses, haciendo caritas a la cámara, mostrando la ropa que se acaban de comprar o el novio o la novia que acaban de conseguir.

A Agustina se le ocurrió un día que estaría bueno organizar una juntada con todos esos nuevos amigos que conoció gracias a Internet, ya fuera por la vía del chat o de los flogs. Y no tan de a poco, esa idea fue creciendo.
–Cuando organicé la primera fiesta, al frente de mi casa, lo hice sólo para conocer gente. El flog no era tan público como es ahora –rememora Cumbio–. Cuando la convocatoria aumentó, nos mudamos al Abasto. Hicimos una matiné en dos lugares diferentes, llenamos dos boliches a la vez: América y Gótica.
Hace referencia a dos discotecas de Buenos Aires, dos fiestas simultáneas. Una proeza que desvela a más de un empresario de la noche, concebida por un grupo de chicos que no superan los 18. Cumbio se convirtió en la cara más visible de la movida flogger.

Producto de esas reuniones, cada vez más multitudinarias y sin publicidad más que el boca en boca de los fotologs, estos chicos comenzaron a llamar la atención. No sólo por el número creciente, sino también por su forma de vestir, que incluye pantalones chupines, peinados batidos, zapatillas de lona y remeras de colores fluorescentes: un combo colorinche parecido a un cuadro de escuela pop art. Un aspecto tan llamativo que inspira un neologismo (“flogger”) y suscita la atención, primero, de los otros miles de adolescentes que no son floggers. Segundo, de las marcas de ropa, siempre tan atentas a las nuevas tendencias. Pero a los que más les llama la atención esta movida es a los que pertenecen a otras “tribus urbanas”, que ven en los floggers todo aquello que no quieren ser: dicho a lo bruto, los floggers no tienen una ideología, no persiguen un ideal y se visten como maricas.

Entonces sobreviene la desgracia: como son vistos como pibes tan frívolos, tan diferentes, los chicos malos pertenecientes a otro palo quieren agarrarlos a trompadas. Y en esa bronca también la ligan los emo, otra de las genéricamente llamadas tribus urbanas, que son estigmatizados por peinarse de forma rara y mostrar demasiada sensibilidad. Los chicos malos, entonces, además de burlarse, razonan con una fórmula tan simple como cruel: sensible igual marica; ergo, hay que pegarles. Son esos enfrentamientos violentos los que, ahora sí, llaman la atención de los más grandes, que a duras penas le habían agarrado la mano al envío de mails y ahora deben lidiar con esas palabras que la televisión reproduce en boca de los floggers: flog, ahrre, effear, blackies.

Al margen de estos acontecimientos desgraciados y de la ola mediática en la que se vieron envueltos, los floggers siguieron en la suya; es decir, sacando fotos y juntándose en fiestas al ritmo de la música electrónica.

Si bien Córdoba nunca estuvo alejada de esta movida adolescente, en la segunda mitad del 2008 la tendencia se acrecentó. O tal vez sería más apropiado decir que se organizó, porque se creó una agencia local manejada por un joven emprendedor que tiene en sus filas a varios de los floggers más populares de Córdoba.

Aunque anteriormente ya hubo por estos lados algunos intentos de fiestas de fotologs –con resultados dispares–, ha sido esta agencia la que organizó la primera “fiesta oficial” en nuestra ciudad, el Flogger Day. Es un evento que se realiza en varios puntos del país y cuenta con el patrocinio de una importante marca de ropa para adolescentes.

En principio, esta matiné planeaba realizarse con la presencia de Coqui y Gazabril, dos chicos floggers muy populares de Argentina, pero a pocos días del evento –y gracias a la gestión de un empresario relacionado al ámbito del cuarteto– a estas dos visitas se le sumó Cumbio, esa chica que con apenas 17 años ya se sentó en el living de Susana Giménez y almorzó con Mirtha Legrand, la misma chica que está escribiendo un libro de reflexiones, la misma que ahora se pone a jugar con sus auriculares porque escucha una pregunta que le aburre un poco.

-¿Cómo te llevás con los periodistas? Da la impresión de que los floggers piensan que no entendemos nada sobre ustedes.
-No siempre, pero hay veces en que los periodistas vienen a hacernos notas sin estar informados. No saben qué es un flogger, pero ya traen una idea, algo nada que ver. Uno trata de explicarles, pero se quedan en su idea y siguen diciendo lo que ellos piensan.

-Comentaste que te gustaría estudiar periodismo.
-Sí, el año que viene por ahí empiezo. Quiero hacer radio o ser conductora de un programa de televisión. Me gusta un poco de todo, no hay un tipo de periodismo en particular que me atraiga ni tampoco el estilo de algún conductor.

-¿Te planteás algún límite a la hora de postear tus fotos?
-No, publico todo lo que quiero. No tengo nada que ocultar, yo no hago nada malo. Lo único es que hay que respetar las reglas de Fotolog.com. Una vez los administradores del sitio me desactivaron la cuenta por poner la foto de una amiga, que al tener mucha luz parecía que estaba desnuda. Pero después se dieron cuenta que nada que ver y lo reabrieron. Y hace unos días me lo hackearon. No me enteré quién fue, pero ya pude reabrirlo.

-¿Por qué esa bronca con vos? ¿A qué pensás que se debe?
-La gente es muy obsesiva. No hay un término medio: te odian con todo su corazón o te aman con todo su corazón. Y eso no está bueno, sería mejor que ignoren. Además, todas las páginas en contra mío que hay en Internet son anónimas. Todo lo que yo digo lo hago con mi cara y me lo banco. Hay gente que le preguntás por qué me odia y no sabe, ni me conoce.

-¿Qué es lo que más te molesta de esta exposición?
-Me molesta que jueguen con la vida de una persona como si fueran los dueños. Que puedan ver mis fotos y que yo les comente un poco de mi vida no significa que me conozcan completamente. Se dijo por ahí que me morí tres veces, que maté a no sé quién, que tengo una hermanastra cuando en realidad es mi ahijada... Nada que ver. Es un poco molesto, pero en el fondo me chupa un huevo.

La charla se desarrolla en plena siesta cordobesa, con un clima de lo más agradable y bajo un cielo que presagia una noche de una plenitud similar. Cumbio está sentada en un banco de plaza y viste una campera de colores variados: una instantánea que podría terminar en su flog. Curiosamente, la campera hace juego con el mechón azul de su pelo, y también con la notebook color rojo que lleva apoyada en su regazo. De a ratos, extrae un celular de su bolsillo y chequea si llegó algún SMS o si recibió una llamada.

-¿Podrías vivir sin estar conectada?
-Estoy acostumbrada a estar sin la compu, a la notebook la tengo hace poco. Con el celular sería más difícil, porque estoy hablando todo el tiempo con mi mamá y con Maru. Pero no es vital.

Maru es la novia de Cumbio. En este punto entra en juego la segunda instancia de su notoriedad pública: Agustina dijo en un programa de televisión que tenía novia y colgó fotos con ella en su fotolog. La declaración originó un debate interminable acerca de la bisexualidad y homosexualidad en los jóvenes, donde las múltiples voces no tardaron en hacerse escuchar.

-¿Cambió algo desde que te declaraste bisexual?
-Nunca me declaré nada. Conté que tengo una novia y que es la persona que me hace feliz, no tengo porqué ocultarlo, no le estoy haciendo mal a nadie.

-Ok, ¿pero creés que les diste confianza a otros chicos para que asumieran su inclinación sexual?
-Hay gente que me pide consejos sobre cómo decírselo a la familia, qué hacer en esa situación. Si la puedo aconsejar, lo hago, pero eso es tema de cada uno, no tiene que influir a otra persona. Mientras no moleste a nadie, uno tiene que elegir lo que lo hace feliz y el otro no tiene porqué opinar.

-¿Qué dicen tus papás?
-Con mis viejos todo bien.

Se calcula que para fin de año Editorial Planeta editará el libro de Cumbio. Serán capítulos cortos en los que ella ofrece su visión acerca de diferentes temas, como los floggers, la juventud, la sexualidad o Internet. Siempre partiendo de la base de experiencias propias. “Lo del libro es re loco, porque me va mal en Lengua”, reconoce Agustina y explica que para redactarlo contó con la ayuda del periodista Javier Sinay.

-Sin contar el libro, ¿cuál fue la propuesta más extraña que te han hecho?
-Un partido político me ofreció que me postule como diputada el año que viene, porque sacaban la cuenta y la mayoría que me conoce cumple 18 el año que viene, así que pensaban que me iban a votar. Y yo me la paso diciendo que no me interesa la política. Rechacé un montón de cosas que supuestamente eran para ayudar, pero me terminaban diciendo que era para beneficiar a un partido político y no es lo que estoy buscando, ni en pedo, no me interesa.

Tal vez haya que repetir la edad de Agustina para corroborar el delirio en la propuesta de algún funcionario oportunista: 17 años. Cursa el último año del secundario y tiene el aspecto de una chica como muchas otras de su edad, el pelo negro que le cubre las sienes, las puntas filosas y desflecadas. Como una Mafalda en versión animé.

-¿Y qué es lo que te interesaría hacer?
-Me gustaría que una marca me facilite, no sé... por ejemplo, papel higiénico y cajas de arroz, y los llevaría en un camión lleno de floggers a la gente que lo necesite. También estaría bueno repartir volantes sobre prevención sexual. Tanto que hablan de mi sexualidad, que está bien cuidada, sería mejor educar sobre prevención a los que realmente lo necesitan. Para muchas marcas es fácil prenderse con los desfiles de ropa, pero después para poner para otras cosas... Es más complicado.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Algunos apuntes sobre las redes sociales

Como herramientas para la comunicación, las redes sociales funcionan de una forma similar a la de un amplificador: permiten, básicamente, que un mayor número de personas acceda a lo que otra ofrece. Tal vez ésa sea su mayor virtud, porque evita intermediarios que pueden llegar a distorsionar el mensaje. Ahora bien, que aquello que se brinda en una red social sea de interés para el resto ya depende exclusivamente del usuario. Continuando con la analogía citada al comienzo y para ponerlo en términos gráficos, uno puede manipular una guitarra eléctrica enchufada a una pared de doce mil watts, frente a cientos de miles de personas, y aunque el alcance del sonido lo delimitan los parlantes, el aplauso o la reprobación de esa multitud será proporcional a nuestra pericia con las seis cuerdas.

Una idea parecida fue planteada hace algunos días por el escritor Hernán Casciari a propósito de la muerte de los blogs, tema del que se viene hablando insistentemente desde algunos lugares, aunque sin un fundamento que garantice su defunción definitiva. Casciari dijo, entre otras cosas, que el rótulo de blogger –o bloguero– para designar a alguien que escribe en un blog resulta casi una ofensa, y sostuvo asimismo que con el tiempo irán desapareciendo gradualmente aquellos “modernitos sin oficio conocido” que mantienen una bitácora sólo por el hecho de tener una, aquellos que abrieron un blog al leer en alguna revista o sitio que eran “una revolución” auténtica, el futuro del periodismo, la literatura u otra clase de disciplina humanística en la que el texto o la imagen tuvieran algo que ver. “Prevalecerá el talento”, finaliza Casciari con tono profético en su discurso acerca de este tema.

Talento, creatividad, inteligencia, previsión o aptitud son características decisivas para lograr reconocimiento en Internet, sea en un blog, en un perfil de Facebook, como usuario de Taringa! o en los 140 caracteres que permite Twitter. Y se podrían agregar algunas virtudes más, como la exclusividad (ofrecer algo que nadie más tiene), anticipación (ofrecerlo antes que nadie) y la originalidad (ofrecerlo de una manera diferente). En su ya célebre columna Por qué leo blogs, escrita para la revista Newsweek, el consultor de medios interactivos Julián Gallo asegura que en determinadas bitácoras él encuentra temas muy puntuales que sin embargo son de su interés, temas que de tan específicos no tienen un lugar en la agenda de los medios masivos. Si una persona se informa únicamente a partir de los medios tradicionales, dice Gallo, se encuentra atada a temáticas como la política o el deporte, por nombrar sólo dos tópicos que gozan de una amplia cobertura, reduciendo sus posibilidades de estar al tanto de otras cuestiones, que podrán ser de una importancia muy relativa en la vida cotidiana, pero que sin embargo poca gente conoce. El conocimiento, por mínimo que sea, también es una herramienta muy valiosa en estos tiempos.


Por otro lado, algo que parece haber tomado fuerza en las últimas semanas es la tendencia por parte de algunas empresas a subirse a la ola de la Web 2.0 sin tener muy en claro de qué va la cuestión; y sin una estrategia predeterminada o planeándola sobre la marcha, es difícil alcanzar resultados satisfactorios. Pablo Sánchez, autor de unblogged, planteó el tema de forma directa, luego de que recibiera un par de invitaciones para unirse a grupos de empresas locales en redes sociales. Sánchez les espetó en su espacio que “tener un grupo en Facebook no es Social Media”, y luego de explicar porqué estaban llevando a cabo de forma incorrecta sus intenciones (“dedicándome a esto, no puedo dejar de ver fallas en el uso que se le da a la herramienta”, sostuvo), les ofreció otro consejo gratuito: “Si a mí, como usuario normal y consumidor, me van a agregar en Facebook sólo para mandarme spam que por otro lado no aceptaría, sin duda que los borraría de mis contactos”.

En ese sentido, pareciera ser que muchos de los que mantienen blogs sobre temas específicos sienten la necesidad de dar su opinión cada vez que está en el tapete alguna cuestión que conocen bien, como es el caso de las redes sociales o las nuevas tecnologías. En la mayoría de los casos esas opiniones son muy valiosas, porque ofrecen una mirada –desinteresada o no– inteligente sobre una cuestión puntual, de la que se pueden extraer algunas ideas válidas. En otras ocasiones, sin embargo, esas opiniones pueden resultar erróneas o incluso peligrosas, porque pasan por el tamiz de sus conocimientos pero también de sus valoraciones personales, algo que suele lindar con una ignorancia encubierta al no tener argumentos sólidos, lo que a veces lleva a que esas opiniones pierdan valor. Sirva de ejemplo las muchas veces que se critica desde los blogs a los rediseños de sitios informativos sólo desde la óptica del diseño. De esa forma, se desdeña por completo un producto que tal vez analizado desde otra arista, como puede ser la informativa, resulta mucho más logrado. Como es lógico, lo ideal sería que todo el sitio fuera satisfactorio, pero una visión parcial –positiva o negativa– no siempre arroja conclusiones acertadas.

Lo ideal en estos casos, lejos de la crítica desmedida o el mirar la paja en el ojo ajeno, es tratar de ofrecer a la comunidad algo de calidad desde nuestro lugar, por pequeño que sea, o bien fomentar un debate enriquecedor. Y en este punto es necesario tener en claro qué se ofrece. El grupo de indie rock Ok Go quizás no esperaba causar tal excitación al subir el clip Here it goes again a YouTube, pero seguramente tenían la sospecha de que el video era original y que la Web era un buen lugar para mostrarlo, al margen de las otras estrategias de promoción. Una idea low fi, pero bien acorde a los tiempos que corren. La fórmula es muy tentadora: éxito con bajo presupuesto. ¿Cómo conseguir tal cosa? Marcos Carreño, director ejecutivo de Idear Music, empresa que se dedica a promocionar artistas a través de las tiendas digitales, planteó en una entrevista para la revista La Central que “la gran pregunta es cómo ser relevante en Internet”. De nuevo, ¿cómo conseguirlo? Lo cierto es que varios ya lo han logrado, consciente o inconscientemente, de la mano de las redes sociales y de su capacidad para hacer interesante aquello que proponen. Bandas como Ok Go o Arctic Monkeys, gente como Mark Zuckerberg y, más cerca nuestro, Nicolás Di Mattia, Chris Lanceley o José Playo, sólo por nombrar algunos pocos, han conseguido ser relevantes en Internet a través de herramientas que se encuentran al alcance de la mayoría. ¿Qué los diferencia del resto? Tomaron la guitarra teniendo en claro qué iban a tocar. El resto vino solo: aplausos.

martes, 28 de octubre de 2008

Despeinados de emoción

La primera vez que vi la Peinate que viene gente fue en la barra de un restobar del Dinosaurio Mall, y me la llevé porque era gratis y porque ya la tenía en la mano. Ya en mi casa, después de leerla con un poco más de atención, no podía creer que un tipo tuviera semejante desfachatez para escribir.

La revista, un par de páginas en furioso blanco y negro, traía cosas demasiado personales, muchas malas palabras y referencias escatológicas a montones, todo a cargo de un tal José Playo, nombre que me prometí no olvidar para poder decir que ese señor era un grosero en la primera oportunidad que se me presentara. Eso fue en el 2004.

Los años pasaron y con ellos también se fueron otras cosas. José se puso un blog, yo dejé de lado algunos pudores infantiles y no tan de a poco me fui enganchando con lo que ese grosero publicaba. De aquel interés inicial -casi de incógnito- a la admiración total hubo unos pocos pasos. José pulió su escritura, se puso bien las pilas, publicó tres libros, fue papá dos veces.

Hoy con José somos amigos, y doy fe que es una persona que trabaja con mucho entusiasmo y le pone mucho esfuerzo a lo que hace. Si a eso le sumamos el talento que tiene, bueno, pasa lo que pasó: Peinate está nominado como uno de los mejores blogs del mundo por The BOBs. Es un triunfazo de Playo, por supuesto, pero también de los blogs de Córdoba, que son muchos y hay muy buenos. Desde acá, Giusseppe, un Felicitaciones con mayúscula.

Para aportar tu granito de arena, click en esta página y al final votar por la Peinate. Délen, malondones, no sean groseros.

jueves, 4 de septiembre de 2008

La madrugada y otros principios

Dirty Ortiz acaba de editar El lado Luna de lo Oscuro, un nuevo compilado de crónicas nocturnas a cargo de Juan Carlos Maraddón, su entrañable alter ego. Era tiempo de juntarse a charlar con ese dandy crepuscular.

¿Recuerdan a Walter, ese flaco de corte cubana que protagonizaba un comercial de Telefónica? ¿Sí? Maraddón tuvo una experiencia similar a la de Walter: por algunos años vivió suspendido en el tiempo, anclado a un año, ajeno a las circunstancias que hoy lo tienen como referente. Resulta que un buen día despertó de aquel letargo y, como a Walter, una luz le encandiló el rostro. Esta vez no fue el cartel de una multinacional, sino el reflejo producido por una bola espejos. Aquello simbolizó el reencuentro de Maraddón con el lado luna de la ciudad. Había que comenzar otra vez: porrón y cuenta nueva. Para su sorpresa advirtió que sólo habían cambiado algunos nombres y fachadas, pero en el fondo seguía siendo Córdoba.
—La cultura de la noche presenta características que no cambian con el tiempo —me comentará mientras vemos pasar mujeres y linyeras a través de los ventanales de un barcito—. La barra de bebidas, el dee jay, las luces de colores, la forma de acercarse a una chica. La esencia es la misma.
Cansado de aquella somnolencia que lo obligaba a quedarse quieto, Maraddón salió a recorrer las calles sin un rumbo prefijado. ¿Cuánto puede diferir una ciudad en el tiempo que lleva levantarse? La brújula llegó una mañana del invierno de 2003, en una escena que parece sacada de Los Coristas: por aquellos días, en el curso donde daba clases Juan Carlos, una de sus alumnas le trazó el camino que debía recorrer. (Los polos se han invertido: mientras más jóvenes somos, más sabios nos volvemos, escribirá después.) ¿Todavía escuchás The Smiths? Entonces tenés que ir al Ojo. ¿Querés ver una banda de reggae? Es obvio: Las Heras 48. Si te va la electrónica, entonces llegate a Peekaboo. Y así le fue conformando la geografía de la ciudad con luces intermitentes.
Lo que cambia son las fachadas, pensó entonces.
El resto de la génesis maraddoniana está explicada en la introducción de su primer libro. Allí cuenta, por ejemplo, que también fue determinante haber visto 24 hour party people: un periodista que se encarga de legitimar bandas para luego crear toda una movida. A esa película yo también la vi.


Ahora lo tengo al frente mío en este café de la avenida Colón; la excusa para juntarnos fue la salida de su segunda recopilación de relatos, El lado Luna de lo Oscuro, pero cada lugar que nombra alguno de nosotros dos funciona como un semáforo en rojo, obligándonos a detenernos por un momento. Repasando lo que entendemos como aciertos y defectos, saltamos de bar en discoteca, viajando a través de la memoria. El tiempo que miden los relojes es eso que sucede en la calle, con los autos y la gente. De este lado del vidrio manejamos un calendario anárquico que en los próximos minutos corre sus páginas de forma intensa.
Entonces hablamos de boliches que ya no existen, de la buena electrónica mal vendida y de la mala electrónica bien vendida. Le confieso que los laureles que exhibe El Ojo Bizarro me resultan un misterio; él elabora una teoría lo suficientemente sólida como para que le termine dando la razón. Él me comenta que escuchó lo último de Audio Bullys y yo le recomiendo el disco que más recomendé este año, el de Datarock. Coincidimos en que las bandas que antes se presentaban en Rita del Dinosaurio hoy se suman al retrato de Dorian Gray. Le digo que siento como si los locales Rita hubieran cerrado sus puertas hace décadas. Esos lugares en los que alguna vez toqué con mi banda, los mismos que Maraddón reseñó con inspiración y una esperanza que tenía algo de eternidad. ¿Qué pasará, de acá a unos pocos años, con los lugares que hoy nos cobijan en las madrugadas de los sábados?
—Espero que mis libros no se conviertan en documentos históricos —me confiesa JuanK.
Alcanzo a responderle que por cómo viene la mano, parece que eso es inevitable, que sus libros van derecho al estante de las librerías donde conviven Felipe Pigna, Arnold Toynbee o Laura Ramos. Por encima de la charla, comienzan a sobrevolar algunos fantasmas cazadores de lo nuevo, de lo diferente, exploradores de cometas terrenales. La única forma de espantarlos, vamos a decir casi a coro, es a través de vías alternativas de comunicación. Estoy tentado de pronunciar que en las gestiones municipales solamente cambian los apellidos, pero no digo nada.

Afuera la ciudad continúa con su caos ingobernable. Juan Carlos me obsequia un ejemplar de su libro eclipse, edición limitada, edición No fun: es decir, sin el gancho punk. Le agradezco la gentileza y lo invito a una fiesta de viernes en el Cerro de las Rosas. Nos saludamos y cada uno toma su ruta.
Minutos más tarde estoy subido a un colectivo repleto de gente que regresa de su rutina. Voy parado y delante mío dos chicas teen viajan sentadas, conversando a los gritos. Hablan de hombres. Hablan como si estuvieran escribiendo en un fotolog. Te cagó la vida, boluuuda, escucho que dice una. Viste…No le hablo más, te juro, ni ke me venga de rodillas le doy bola. La sabiduría joven. ¡Ay! Son de terrrror, todos los hombresssson iguales.
—Lo que cambia son las fachadas —pienso en voz alta.
Ellas me miran por una fracción de segundo y me descartan enseguida, deben creer que hablo por celular a través del manos libres. En realidad llevo un auricular puesto, pero escuchando en mono el relato de cómo las llamas se devoran la provincia. Del otro lado, a través de mi oído izquierdo, soporto la retórica feminista de las pendejas. Fuego y pasión: el mash up del día.

El lado Luna de lo Oscuro puede adquirirse en las mejores librerías de Córdoba.