lunes, 14 de diciembre de 2009

Uruguayos de palabra

No hace falta recorrer el dial de punta a punta para reparar en que El hijo de Hernández, de El Cuarteto de Nos, es una de las canciones más curiosas que pueden escucharse por estos días en las radios. Y tampoco es necesaria demasiada atención al oírla para descubrir el sello de los charrúas. La anécdota del hombre al que se obstinan en adjudicarle otra identidad, historia entre jocosa y trágica, es narrada a través de un componente clásico del grupo: las constantes rimas consonantes (hablando de rimas).


“Me gusta tener un concepto y a partir de ahí desarrollar esa idea en el formato canción, que no se me vaya de los 5 minutos. Después, trato de cargarla de información utilizando juegos de lenguaje. Me meto a juntar yo mismo información sobre el tema que elegí, armo un boceto y comienzo el trabajo”, revela acerca de su forma de componer el mismo Roberto Musso, pluma y voz de El Cuarteto de Nos (ups, otra rima).

“Soy de anotar las que se me ocurren –amplía–. Me gusta que las rimas sorprendan, que se alejen de lo estándar, de lo trillado”. Entre los muchos ejemplos que podemos hallar en sus letras, tenemos uno de Hoy estoy raro, donde se rima “nami” (proveniente del lunfardo rioplatense) con “Tsunami”, palabra de origen japonés y de reciente uso occidental. “Por supuesto que hay ocasiones, como pasa con algunas baladas, que no admiten ese tipo de letras. Me lo tiene que permitir la canción”.

El Cuarteto de Nos también es diestro en calambures. Inspirado en el rosarino radicado en Uruguay Elvio Gandolfo, Santiago Tavella, bajista de la agrupación, publicó algunos años atrás el libro Yo a este lo ablando hablando. Por allí se leen cosas como “Si yo lo quito, ella lo caza / Si yo loquito, ella locaza”. “A veces hacíamos algunos juegos de palabras en medio de los shows. Santiago lo oficializó publicando el libro, que recopila esos interludios y le incluyó algunas frases inéditas”, detalla Musso.

Exponentes “charrúas”
Lo cierto es que la banda, que acaba de editar el recomendable Bipolar, no está sola en esa tradición de los juegos con el lenguaje, y mucho menos en su tierra. Pedro Paiva, integrante uruguayo del dúo cómico Los Modernos, es quien escribe los textos para luego reproducirlos sobre las tablas junto a Alejandro Orlando. Tensando los límites y las acepciones de las palabras, hacen uso del humor (“Un novio es alguien que no vio”), de la ironía (“Dios aprieta pero no suelta”) o de la reflexión, siempre en un tono ameno e inteligente.

Al margen del natural histrionismo de la dupla, el lenguaje es el amo y señor de cualquier obra de Los Modernos. El primer sketch de Fo abre bajo la premisa de hablar con corrección sobre lo incorrecto: “Como nada de lo humano nos es ajeno,/ esta noche seremos malos y seremos buenos./ Seremos mal educados/ desde la buena educación”, sueltan, y a partir de allí razonan acerca de las malas palabras con su habitual elegancia.

Otro entusiasta de las rimas, Jorge Drexler, también utiliza algunos jueguitos retóricos en sus letras. Su disco Eco (2004) es profuso en ese sentido: en Transporte, Drexler pronuncia el equívoco “Parte de mi alma parte a tu encuentro”, otorgándole doble significado al verbo partir. También está justamente Eco, donde canta “Esto que estás oyendo/ ya no soy yo/ es el eco, del eco, del eco/ de un sentimiento”, como sonorizando aquella experiencia acústica. O bien el recitado del comienzo en Guitarra y vos: “¡Que viva la ciencia, que viva la poesía! ¡Qué viva siento mi lengua cuando tu lengua está sobre la lengua mía!”.


El guía Masliah

El uso de rimas, silogismos, retruécanos o anagramas por parte de estos exponentes encuentra un vínculo indudable, siempre dentro del terreno uruguayo, con un trovador de largo aliento.
“Leo Masliah fue nuestro primer referente –asegura el cantante de El Cuarteto de Nos–. Cuando empezamos, teníamos nuestras ideas para las letras, pero nos era difícil transportarlas al plano musical. Y descubrir a Leo fue una revelación, al notar cómo el tipo pudo meter en su propuesta todas esas cosas”.

Masliah –músico, escritor y dramaturgo– siempre se mantiene cerca de esos llamativos usos de la lengua. Por caso, la denuncia rimada que representa Mamá, quiero que caduque tu pretensión punitiva sobre mí, o la turbulenta y reflexiva Imaginate mijo dejan en claro que no utiliza esa creatividad gramatical como un fin en sí mismo, sino para unirla al humor, el absurdo o la protesta.

A decir de Los Modernos, es el oyente quien finalmente detecta o no esas sofisticadas elaboraciones a partir de las amplias posibilidades que otorga el castellano. En sus propias palabras: “Uno dice lo que dice y el otro escucha lo que escucha... Es una lucha”.

Publicado originalmente en VOS

jueves, 19 de noviembre de 2009

This is too much, Dick!

Resulta que Dick el Demasiado vuelve a Córdoba y lo hace con una presentación en el que tal vez sea el único espacio de la ciudad donde su propuesta podría tener cabida: Switch, la renovada fiesta Random que tiene lugar todos los sábados en la zona del Chateau. Rotulado como el padre o paladín de “las cumbias lunáticas”, la oferta musical de este personaje suena intrigante desde el vamos.

La definición que brinda el mismo Dick acerca de lo que sería una cumbia lunática tampoco aclara demasiado el panorama: “Hay muchas definiciones, pero la más chocante, poéticamente hablando, es pensar que un artista se mete el dedo en la boca y devuelve por vómito lo que vivió. Y ahí está en el suelo, redondito, como una luna llena. Las que recopilan esa información y la hacen bailable son las cumbias lunáticas”.


-¿Qué clase de música vas a hacer en la Switch?
-Vamos a ir del alegretto-con-corbata hacia el arranque de pantalones por desgaste. Empezaré con grabaciones, un poquito de distorsión y de ahí nos vamos a cómo se sienten esas moscas verdes cuando se viene un asado de descuidados. Al ataque.

-¿Hay espacios para difundir propuestas como la tuya?
-Muchísimos y a muchísimos me invitan. Es más, me hacen volar distancias enormes. Con las cumbias lunaticas, sumando los vuelos de mis músicos, hicimos ya una distancia a la luna, 385 mil kilómetros. España, México, Colombia, Japón, Alemania... Sinceramente, es precioso que haciendo cosas tan explícitas se pueda llegar lejos, gracias a las grandes telecomunicaciones: el download pirata internacional y los sitios web desde donde se puede transmitir lo que tenés para decir.

-¿Qué recordás de tu última presentación en Córdoba?
-Cada show en Córdoba es un buen recuerdo, sea en el Babylon o como aquella última vez en el Cabildo para el NIUFEST. Me encantó esa vez, la juventud del público y el logro del festival, de haber creado algo que paseó por la historia... todos esos corredores llenos de expectativas frescas... y propuestas musicales bastante inusuales. El acento cordobés me hace sentir a gusto, y en la calle una banda tocando mi canción Mecha Flan o la Flaca de las Coloradas suma a eso. Y también está la casa donde siempre me quedo, que es un iglo de amigos musicales donde se comparten choclo, mate y cables.

-Alguna vez pensaste en grabar un show en el Círculo Polar Ártico, el lugar “menos tropical del mundo”. ¿Pudiste hacerlo?
-Grabé cosas toda una noche, hicimos cumbias o lo que quedó de eso. Era a 17 grados bajo cero, comiendo pescado crudo, bebiendo vodka y tocando con músicos que acababan de llegar de tocar en la más grande base nuclear militar del mundo, Nova Zembla. Algunas de esas grabaciones están en mi último disco y otras esperan a que llegue el contexto apropiado. No tiene prisa... los submarinos tampoco.


Una entrevista surreal con Dick el Demasiado a raíz de su visita a Córdoba. Increíblemente, salió publicada en la FdS.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Ella usó mi cabeza como un revolver

Muchos de los hombres de este mundo vamos a deberle algo a Marc Webb, director de 500 days of Summer, una vez que la película se termina y comienzan los créditos. Su favor a la raza masculina, nuestra deuda, es haber conseguido plasmar en el formato de comedia romántica, en una hora y media de hermosa filmación, una historia de amor honesta y agridulce como la vida misma, acerca de un chico que se asume sensible y una chica que se presume independiente. ¿Quién de nosotros –entendiendo el nosotros como una clase de hombre entre divertido y taciturno, que no reniega de su condición de loser– ha perdido la cabeza por una chica así? Una chica que comparte nuestras ideas más extravagantes y estúpidas, que se sabe las letras de nuestras canciones favoritas, que prefiere un lomito completo antes que un plato gourmet de setenta pesos… esa clase de chica. Quiero creer que somos –fuimos– muchos.

De un lado tenemos a Tom Hansen (Joseph Gordon-Levitt), que trabaja en una agencia de tarjetas de salutación del estilo Junot, donde redacta frases breves y obvias sobre cumpleaños, aniversarios o San Valentín. Estudió arquitectura, pero necesita bancarse el alquiler. Tom, fan del britpop, cree en eso de encontrar a la persona indicada, en el amor con forma de destino, aunque la frase suene tan trillada como las que escribe para parar la olla. Después está la bellísima Summer Finn (Zooey Deschanel), que llega a la ciudad de Tom (El ei, baby) para trabajar en la misma empresa. Al instante de conocerla, él capta que Summer tiene su costado copado, pese a que ella no cree mucho en eso del compromiso y –ay, de nuevo esa palabrita– el amor. Aun así, nuestro hombre sensible va a tratar de conquistarla. ¿Historia conocida? Claro que sí, tanto en el cine como en la realidad, pero abordada de una forma tan original y a la vez tan digna que no sentirse identificado equivaldría a sospechar que uno vivió toda su vida en un tupper o directamente es un robot.


Tom y Summer pegan onda, empiezan a salir y a partir de allí oscilan entre el “vamos despacio” –ella– y la entrega total –ya sabemos quién–. Y es sabido que un corazón pleno de felicidad, al igual que uno destrozado, afecta todas las aristas de nuestra vida. Eso es lo que le pasa a tipos como Tom: cuando está con Summer se le ocurren cosas increíbles, tiene un desempeño bárbaro en el laburo y contagia de alegría a la gente que tiene cerca. Pero cuando hay discusiones y alejamientos, bueno, sucede lo que sabemos todos: bajones, desmotivación absoluta y borracheras con bourbon. Así se va tejiendo la trama del filme, entre la expectativa y la desesperanza.

Con un cancionero que incluye a The Smiths y a los Pixies, primeros planos de los ojazos de Deschanel y esas secuencias de Los Angeles que nos persuaden de que es una de las mejores ciudades del mundo, 500 days of Summer es un inmejorable debut para Webb detrás de cámara. De nuevo: gracias, Marc. Gracias por hacernos ver que no estamos solos. Te debemos una.


viernes, 23 de octubre de 2009

Dante: el cielo y el infierno del hip hop


Dante vino a Córdoba a despedir El Apagón. Fue una de sus últimas presentaciones con un show basado en ese trabajo discográfico. “Sí, son los últimos shows antes de la salida del nuevo. El Apagón va a seguir sonando en el repertorio, pero estamos cerrando una era. Ya estamos sacando los temas nuevos con la banda. Está quedando re bueno, se va a disfrutar mucho”, adelanta uno de los paladines del hip hop latinoamericano.

-¿Qué se puede adelantar de lo nuevo?
-El Apagón fue un disco dark. El concepto era sobrevivir en la oscuridad, aprender a ver donde nadie ve. El disco salió de forma independiente, me vi solo en medio de la movida urbana, sentía que era el que tenía que abrir la puerta para que la movida urbana en Argentina despertara. Era una sensación de ojos de lobo, convertirse en la noche, onda Batman. Este disco, en cambio, me encuentra parado en otro lado. Es menos social y más bailable, Es un disco transformer. Pero tiene mucha noche, lo compuse con esa sensación de vida nocturna, de ver el caos en la ciudad, mirar cómo la gente se deforma... tiene una sensación medio apocalíptica. Siempre estoy ligado al fin del mundo, no sé porqué. Pero tratando de encontrar la creación a partir de eso.

-Esa nocturnidad que mencionás, ¿tiene algo que ver con tu faceta como dee jay?
-Totalmente. Me influyó haber pasado música en lugares e incluso mi trabajo en radio, que me obliga a seleccionar canciones. Estoy escuchando más música que nunca. En El Apagón no hay temas que funcionen directamente para bailar. En el próximo sí, hay una mentalidad de decir ‘este tema tiene que explotar en la pista’. Me daba bronca ir a una discoteca y sentir cómo pasaban música de un montón de grupos latinos urbanos y que no me pasaran a mí. Entonces pensaba que yo tampoco hice mucho para eso. El hip hop arrancó en las pistas de baile y creo que hay que volver a llevarlo ahí.


-¿Estás al tanto de la movida hip hopera que hay en el interior?
-Hay exponentes que hacen sonar cosas muy buenas desde hace años. Como Carballo en Córdoba, por ejemplo. En toda la Argentina hay una movida que está surgiendo, y la gente le da cada vez más pelota.

-Y aparecen artistas cada vez más jóvenes. Asimilan muy rápido la información.
-Seguro. En esta era donde tenés acceso a todo, depende de las ganas de saber que tengas. Hoy en día, con una computadora podés estar en cualquier parte del mundo. La vivencia no la ganás ahí, pero vas aprendiendo, es como leer libros. Si querés saber de hip hop koreano, lo sabés con un rato de Google, eso es lo grosso de esta era. También podés hacer un disco con una computadora, la música está más accesible que nunca. Lo que resalto, como siempre, son las buenas ideas y el talento puesto. Aunque tengas todas las herramientas, necesitas el amor por tu oficio. Internet tiene su lado dark, pero también tiene su lado positivo. Yo conocí a mi novia por el Facebook.

-Este sábado compartís cartel con Emmanuel. La pregunta obligada, ¿van a tocar algo juntos?
-Difícil, quizás en otro momento. Pero nunca se sabe, puede surgir espontáneamente. Con Emma tenemos la mejor onda, si pinta hacer algo, pintará. Aunque estemos los dos juntos tocando este finde, la vuelta de IKV la estamos guardando. En algún momento quizás… pero a lo grande.

-La última: ¿Te gusta el personaje Latino Solanas, de Peter Capusotto?
-Es buenísimo, como todo lo que hace Capusotto. No creo que tenga que ver conmigo, me parece que va más por el lado del reguetón. No le vi una aplicación que tenga relación directa, si lo hubiese encarado por otro lado por ahí sí. Igual, mi sketch favorito de esta temporada es Violencia Rivas. Pero me re coparía que hiciera algo que me deforme, que me joda a mí, sería un honor.


Una charla informal con el Dante publicada en cordoba.net.

lunes, 21 de septiembre de 2009

De parodias y polémicas

El término parodia proviene del griego y refiere a una imitación en clave irónica o burlesca para aludir a una obra de cualquier disciplina artística o un concepto establecido. Quizá no hace falta aclararlo, pero lo anterior expone que la parodia surge en los tiempos de Aristóteles y se ha desarrollado hasta hoy, con mayor o menor grado de lucidez.

En sus versiones más logradas, la parodia no sólo causa gracia e irreverencia, sino que nos permite reflexionar acerca de una cuestión puntual: ahí nos encontramos a Cervantes y su Don Quijote, obra fundacional de la novela moderna (siglo XVII), que nace justamente como una burla a los libros de caballerías. Más cerca nuestro tenemos a los Simpson y su particular recreación del american way of life (una familia tipo, una localidad tradicional y todos los desajustes que eso mismo provoca) o los sketchs de Peter Capusotto, que nos muestra el lado B del rock: sus clichés, gestos en apariencia cool que por el contrario demuestran su utilidad al sistema que propone el mercado musical. Así podemos ver a Pomelo y su ridícula feria de excesos, a Luis Almirante Brown y el péndulo entre lo excelso y lo zarpado, o a Micky Vainilla con sus canciones neonazis.

La publicidad no es ajena al recurso y también ha sabido usar la parodia con eficacia. La última campaña de Quilmes, a cargo de Y&R, se burla –con mesura e inteligencia, pero burla al fin– de sus propias publicidades y los recursos que utilizan continuamente: gente bailando, monjitas heladas por doquier, el hitazo como cortina, las chicas de mirada provocativa en slow motion: todo es funcional a la historia que nos cuentan los protagonistas, inmersos “en la propaganda de Quilmes”, una atmósfera que se parece a un sueño (“Pará, no tomes. ¿Nunca viste una propaganda? Cuando tomás se termina”).

Movistar, por su parte, optó por meterse con el mundillo de las agencias publicitarias, llevando al máximo posible el estereotipo del creativo, un yuppie de perfil intelectual que hace del adjetivo una profesión (“¿A qué te dedicas?”, “Soy creativo”). Así surgió Ramiro Agujis, creador genial, cazador de tendencias, referente y talento indiscutible, que cada dos minutos clava una idea al ángulo. El personaje es interpretado por el actor Luis Rubio, quien ya había demostrado sus aptitudes para las parodias con el entrañable Eber Ludueña, un futbolista pata dura que vive de sus recuerdos de aquellos años de gloria.

Otra parodia en la publicidad reciente estuvo a cargo de Arnet, cuando emitió los cortos de Julio, “el contador sensible” que se alegra porque la vida es bella y porque gracias al nuevo pack de la empresa, calculadora en mano, te podés hacer unos mangos extra.

Como suele suceder en épocas de web 2.0 y marketing viral, los videos de Julio se propagaron en YouTube y redes sociales, lo que convirtió a nuestro contador sensible en otra de las estrellas inmediatas gracias a su llegada en internet. La publicidad tenía la intención de hablar de los beneficios de un servicio telefónico a través de una burla que entendemos bien intencionada, sin malicia; sin embargo molestó a algunos contadores y eso despertó una polémica un poco absurda pero que vale la pena atender.

Algunas semanas atrás, La Red de Contadores Públicos emitió un comunicado reclamando a Arnet que levantara la publicidad del aire y que efectuara disculpas públicas, argumentando, entre otras cuestiones, que la imagen del contador sensible “repugna a quien tenga un mínimo sentido de la ética y la moral”, como si no quedara claro que se trata de una pieza humorística. La solicitud, que puede leerse en el sitio oficial de la entidad (comentario al margen: ¡urgente un rediseño!), también hace hincapié en que “ridiculiza y desacredita” la profesión del contador, a la vez que critica “el análisis especulador” del ficticio contador.

El comunicado demuestra que efectivamente los contadores tienen su grado de sensibilidad como cualquier hijo de vecino (después de todo se ofendieron, lo que desnuda una percepción bastante sensible), pero también evidencia la falta de otro sentido muy humano: el del humor. Vamos, muchachos: queremos creer que así como no todos los contadores son iguales al pícaro de Julio, tampoco todos pueden ser tan rígidos y formales como los de esta Red.

Si no fuera porque el comunicado efectivamente existió, a juzgar por el tono en que está escrito, casi casi que podríamos rotularlo como una parodia a los contadores. Sólo le hubiera faltado cerrar la misiva con una frase perteneciente a la siempre inspirada dupla Capusotto-Saborido: ¡¡Hasta cuándo vamos a ser un país poco serio!!

Columna escrita para la revista Circuz

jueves, 17 de septiembre de 2009

La reinvención de la crónica

Frutos extraños. Crónicas reunidas 2001-2008
Por Leila Guerriero
Aguilar
398 páginas
$ 69

Leila Guerriero ya había demostrado su destreza narrativa en Los suicidas del fin del mundo (2006), una non fiction en la que daba cuenta del alarmante porcentaje de suicidios de adolescentes en Las Heras, un pueblo remoto de la provincia de Santa Cruz. Aquella descripción de un paraje desolado -y el uso de la tragedia como punto de partida- acercaba la novela a otras clásicas del género, como A sangre fría de Truman Capote o Hiroshima de John Hersey. Frutos extraños reúne los artículos periodísticos de Guerriero publicados en diversos medios entre 2001 y 2008, lo que permite conocer la pericia de la escritora en un terreno más reducido y conciso: la crónica. El resultado es igual de fascinante.

El primer segmento del libro consta de una serie de retratos acerca de personajes y temáticas bastante heterogéneos, en los que la autora indaga el pasado y el presente de aquello que investiga. Todas las historias pendulan continuamente entre el qué y el cómo; es decir, allí donde hay rigor y abundancia de datos, también se advierte una estructura precisa que busca acomodar las piezas del relato.

Hay perfiles de varios tipos. Desde celebridades que cayeron al averno del olvido (la historia del ex basquetbolista y luchador libre Jorge "El Gigante" González, actualmente recluido en una localidad formoseña) hasta referentes de la cultura, como la atenta recreación de la carrera del escritor dominicano Pedro Henríquez Ureña o la crónica sobre el crítico uruguayo Homero Alsina Thevenet, publicada originalmente a pocas horas de su muerte, que funciona como un homenaje entrañable. Guerriero también trabaja con acierto cuando encara la vida de freaks o personalidades mediáticas (imperdible el perfil que realiza del empresario ganadero Alberto Samid, aquel de la trompada a Mauro Viale).

La antología de artículos incluye historias centradas en un grupo de personas o un espacio determinado, que funcionan a su vez para hablar de un escenario más vasto y complejo. En ese sentido, uno de los ejemplos mejor logrados es un reportaje sobre las tareas del Equipo Argentino de Antropología Forense, encargado de identificar víctimas de diferentes dictaduras, relatado en un tono sombrío lindante al género policial.

La segunda parte comprende algunos ensayos (se titula "Discusiones"), con un anclaje entre lo costumbrista y la columna de opinión, donde la autora arremete contra prácticas y tradiciones modernas (o posmodernas) para dejar al descubierto sus flaquezas, defectos y contradicciones. Por allí se critica sin piedad a los recorridos turísticos predeterminados o se puede hallar un elogio de la negación.

La tercera y última unidad de Frutos extraños incluye reflexiones acerca de la prensa gráfica y sus hacedores, de su actualidad y su futuro, de las posibilidades y los límites de un género tan discutido y transitado como la crónica, en el que la realidad se impone frente a cualquier producto de la imaginación, aun sin resignar su sentido de fábula o alegoría. La misma autora lo deja en claro en la primera línea de sus agradecimientos: "A los que me contaron sus historias".

lunes, 17 de agosto de 2009

To read or not to read (e-books)


Los dispositivos electrónicos ideados para reproducir textos han dado mucha tela para cortar en las últimas semanas. No pocos titulares involucraron directa o indirectamente esta cuestión, lo que hizo que volviera a ponerse sobre la mesa un tema del que se vaticina continuamente: cómo se va a leer en los próximos años.

Pero antes de repasar las noticias, vale detenerse en las características de esta clase de gadgets. El más popular es el Kindle, creado por la compañía Amazon a finales de 2007, que permite, entre varias prestaciones, descargar e-books a través de la tecnología inalámbrica G3, complemento que lo distingue de sus eventuales competidores. De momento, el servicio de descarga está disponible sólo en territorio estadounidense, por lo que todavía no ha cosechado adeptos fronteras afuera.

Su formato es similar al de un libro –cuenta con una pantalla de 800x600 px–, aunque presenta un grosor considerablemente menor. Pesa alrededor de 300 gramos, su batería dura unas 30 horas continuas y, gracias a sus 2 GB de almacenamiento, puede llevar consigo la friolera cifra de 1500 libros. Su precio ronda los U$S 300 y cada descarga de libros cuesta unos U$S 10. Eso no es todo: la nueva apuesta del emporio digital creado por Jeff Bezos es el reciente Kindle XD, con una pantalla de mayores proporciones y 4 GB para rellenar con palabras; esto es, más de 3 mil libros sostenidos en un aparato del tamaño de un folleto. Casi como una biblioteca portátil.

Otras marcas también han lanzado sus móviles para la lectura –Samsung tiene el SNE-50K, Sony compite con el Portable Reader; Apple, con el Tablet, entre otros–, pero lo que hace fuerte al producto de Amazon es su alianza con las editoriales. De hecho, algunos autores de best sellers acordaron lanzar sus nuevas novelas primero en el Kindle y luego en papel.

Asimismo, para los próximos años se esperan más innovaciones en el terreno de la lectura digital. Ya se encuentran en proceso de fabricación algunos prototipos que permitirán la inclusión de imágenes en los textos, así como también audios y videos. Ahora bien, ¿seguimos hablando de lectura en estos casos?

Encrucijadas
Semanas atrás, varios usuarios del Kindle se llevaron una nada agradable sorpresa cuando descubrieron que sus e-books del novelista George Orwell –que naturalmente abonaron para su descarga– habían desaparecido del aparato. ¿Qué fue lo que sucedió? En una acción sumamente polémica, la editorial que cuenta con los derechos del autor británico decidió que dejaran de circular las versiones digitales de las novelas 1984 y Rebelión en la granja. Acto seguido, Amazon las eliminó de los Kindle y reintegró el monto a quienes las habían descargado. He aquí la polémica: los lectores no querían los diez dólares; querían leer el libro. Este hecho desafortunado planteó un interrogante: ¿Amazon puede controlar todo lo que leemos a través de su producto estrella? No hace falta demasiada imaginación para asociar esta encrucijada al universo orwelliano.
Ray Bradbury, otro reconocido escritor de ciencia ficción, declaró que los libros sólo pueden tener dos olores: "El olor a nuevo, que es bueno, y el olor a libro usado, que es todavía mejor". Con ello mostró su completa antipatía frente a las nuevas formas de lectura, a la vez que planteó su propia visión del asunto: la lectura tradicional no va a desaparecer. De hecho, otra de sus rimbombantes declaraciones fue la siguiente: “Que quemen Internet en lugar de quemar los libros”.

No deja de llamar la atención el caso de Bradbury, autor de una obra muy sesgada por el porvenir, que se muestra en contra de lo que muchos comienzan a vaticinar como el futuro del libro.

Las críticas no se agotaron en escritores y editoriales, los principales actores involucrados. En una crónica escrita para The New Yorker, el periodista Nicholson Baker decidió contar su propia experiencia con el Kindle, la de un lector corriente, a partir del momento en que lo encargó vía Web para luego narrar sus varias desilusiones frente a los libros electrónicos. Allí cuenta, por ejemplo, que al utilizar la prestación text-to-speach (lectura en voz alta), se oía una voz “con tonada centroeuropea, parecida a la de Tom Hanks en La Terminal, lo que volvía confusas algunas partes”. Tampoco parecía sentirse cómodo con el fondo gris de la pantalla, bastante más artificial que el blanco inmaculado de los libros recién comprados o el sepia encantador de las páginas afectadas por los años.

Pero no todas son pálidas. En un futuro próximo, de continuar la masificación de este producto cultural, una de las ventajas que planteará el nuevo escenario sería una disminución de tala de árboles para la producción del papel. Por ello, entre los defensores de los dispositivos para los e-books hoy se encuentran varios grupos ecologistas, aunque su defensa plantea un debate que excede los claustros académicos.

Otro sector que ve con buenos ojos al Kindle y dispositivos similares asegura que fomenta la lectura en los niños, al poseer un mayor dinamismo frente a la lectura tradicional: si los jóvenes se pasan horas frente a una PC o una consola de videojuegos, podrían tener la misma actitud con un libro electrónico. Sin embargo, numerosos especialistas del ámbito pedagógico argumentan que para la formación de los más pequeños es necesaria una integración de estas nuevas tecnologías junto a modalidades de lectura más tradicionales. Es decir, no desestiman las ventajas que plantean los aparatos digitales para la enseñanza, pero deben complementarse con libros de papel.

El error pasaría por situarlos como recursos antagónicos. Delia Lerner, docente e investigadora de la UBA, sostuvo en una entrevista a Clarín que “en las últimas décadas y cada vez más suelen oponerse los medios audiovisuales e Internet a la lectura. No son necesariamente opuestos. Cualquier persona que entra a Internet está leyendo y escribiendo todo el tiempo. Es otra manera de leer y las maneras de leer cambian a lo largo de la historia, del tiempo, del espacio.”

El futuro entre las manos
Barnes & Noble, la cadena de librerías más grande del mundo, dio la nota el mes pasado al poner a la venta un catálogo de 700 mil e-books, la mayoría de los cuales eran obras libres de derechos de autor obtenidas a través del servicio Google Books que ofrece el gigante buscador. La gran novedad de esta acción por parte de la megaempresa reside en que estos e-books son compatibles con varios dispositivos electrónicos, incluidos el iPhone o los teléfonos Blackberry, a diferencia de los adquiridos en Amazon, que sólo pueden leerse a través del Kindle.

Sin embargo, se sabe que la firma Plastic Logic se encuentra ultimando los detalles de nuevo un dispositivo electrónico de lectura, que probablemente salga al mercado el año que viene, cuyos contenidos serán proveídos por Barnes & Noble. Las estrategias de marketing están a la orden del día, para ratificar la pulseada que vienen manteniendo las editoriales en el terreno digital. Por ejemplo, ingresando al sitio oficial de Barnes & Noble, uno ya puede asegurarse su copia de la próxima novela de Dan Brown en formato e-book, The Lost Symbol, que saldrá a la venta el 15 de setiembre.

Acciones de esta clase hacen pensar que dentro de poco ya no habrá filas interminables de chicos aguardando expectantes lo nuevo de Harry Potter o Crepúsculo; les llevará segundos descargarlos a su aparato. ¿Continuará el ritual de visitar la librería? Como es lógico, la respuesta pertenece a los lectores: serán ellos quienes decidan si conservan sus viejos ejemplares de papel o, por el contrario, apuestan a una vuelta de página.

jueves, 28 de mayo de 2009

Los alcances de un blog


En mayo del año pasado, el Capitán Burton publicaba en su blog una historia que narraba el regreso de un argentino a su país luego de vivir algunos años en el exterior. Para su sorpresa, en el trayecto que va del aeropuerto hasta su casa, el viajante comienza a ver algunas escenas que le llaman la atención: gente leyendo en las plazas y los bares, señoras discutiendo sobre teoría literaria, fachadas de bibliotecas en cada cuadra; en definitiva, polaroids de una cotidianeidad que gira alrededor de los libros. El remate del cuento es el siguiente:

Me bajo del taxi. En la puerta de casa me están esperando. Antes de soltar las valijas pregunto qué es lo que está pasando.
-Ah... claro, no sabés nada. Fue hace 6 meses... murió Tinelli.


Aquel post tuvo decenas de comentarios y no pasó mucho tiempo hasta que comenzara a difundirse en cadena de mails, e incluso hubo quienes se lo adjudicaron, con leves modificaciones, y empezaron a publicarlo en sitios como Taringa! u otros blogs. La fuente nunca se citó, o bien sólo se aclaraba con un vago “Sacado de un mail que anda dando vueltas por ahí”. Hasta este punto, nada nuevo: una más entre las muchas curiosidades que permite la Web, donde los derechos de autor son todavía una materia inasible y de discusión permanente.

Lo interesante del caso tiene como protagonista a José Pablo Feinmann. Es de público conocimiento el rechazo que le producen los blogs al filósofo, prueba de ello es el video que sigue a continuación, extraído de una entrevista que le realizara Clarín.com en la Feria del Libro de Buenos Aires de 2008:



Unos meses más tarde, Feinmann ratificaría su postura a través de una fotografía provocadora, en el marco de una charla llevada a cabo en la librería porteña Eterna Cadencia en abril de este año, en la que sostenía un libro sobre blogs en una mano y en la otra mostraba el pulgar abajo. La imagen seguramente buscaba una intención humorística antes que polémica, pero no deja de llamar la atención que el mismo Feinmann, semanas después, utilizara materia prima surgida de un blog para argumentar la pobreza cultural del país, a través de lo que él mismo llama “la TV vómito”.

Tal cosa sucedió en Un mundo perfecto, el programa que conduce Roberto Pettinato por América, y el extracto de esa charla puede verse en este artículo de la revista Pronto. Uno de los primeros en darse cuenta del caso fue el mismo Capitán Burton, quien lejos de molestarse, se mostró sorprendido de que un post suyo llegara a la televisión. En definitiva, el acontecimiento muestra, una vez más, los alcances de un blog.

jueves, 21 de mayo de 2009

Una melodía en cada línea


La carrera de Graham Coxon es equivalente a la de John Frusciante al otro lado del océano: los dos forman parte de un supergrupo de rock, pero llevan en simultáneo un abundante registro solista en el que dan rienda suelta a sus costados más introspectivos. También los une un curioso reverso: mientras los Red Hot Chili Peppers se encuentran en un parate indefinido, en este 2009 Blur regresa a los escenarios luego de más de un lustro de separación.

Vuelve entonces uno de los emblemas del britpop, donde Coxon tuvo un protagonismo central con su Telecaster a cuestas. Sólo resta esperar que el operativo retorno no eclipse The Spinning Top, el séptimo intento en solitario de este nerd sensible, una obra despojada y bellísima que lo aleja de la pulsación indie-punk que había caracterizado sus trabajos anteriores.

El álbum inicia con Look into the light, una pieza en la que sobrevuela el fantasma escuálido de Nick Drake. Allí también se aprecian dos constantes del disco: la acusticidad y las afinaciones alternativas. En realidad son muy pocos los temas, como Dead Bees, en los que el sonido vira hacia la distorsión; el resto pinta paisajes entre lo bucólico y la melancolía, con una voz que sin grandes aspiraciones llega a emocionar a través de las melodías.


Si la primera frase del disco indica “Mira hacia la luz”, el cierre con November sostiene: “El cielo se rompe/ Sopla junto al viento de noviembre”, todo en medio de una atmósfera sombría en la que Steven Street, productor de la placa, seguramente tuvo mucho que ver. La vida de un ser humano, desde su nacimiento hasta su deceso, parece ir trazada a través de las diferentes canciones. En ese sentido, The Spinning Top también se revela como un disco conceptual.

Por allí se destacan Perfect Love (la presencia lennoniana), la psicodélica Caspian See, Sorrows army, que pide a los gritos ser parte de alguna banda sonora, y Brave the storm, con cierto aire a Neil Young y Bob Dylan.

El punto más alto del álbum es sin embargo la admirable In the morning, una suite acústica de ocho minutos y medio como aquellas que componía el Spinetta de los 70 (Canción para los días de la vida, Cantata de puentes amarillos). Al margen de la improbable influencia, el estribillo de la canción de Coxon puede leerse como el leitmotiv de The Spinning Top: “There’s a melody in every line/ and a sorrow in these eye’s of mine/ If a diamond hangs in every tree/ and a life is lost for every leaf/ Can a bird still sing?” (Hay una melodía en cada línea/ Y una pena en mis ojos/ Si un diamante cuelga de cada árbol/ Y una vida se pierde por cada hoja/ ¿Podría seguir cantando un pájaro?).

jueves, 30 de abril de 2009

Roberto Arlt y los blogs


“El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo”

Roberto Arlt, introducción a Los lanzallamas

Pese a estar separados por el tiempo y la muerte, que unidos suelen formar el olvido, Roberto Arlt y los blogs comparten algunas características que vale la pena examinar, a los fines de establecer que el autor de Los siete locos trazó, por medio de su obra, un futuro posible dentro de la narrativa nacional. Y esas semejanzas se traslucen en tres ámbitos: el formato, la crítica y la noción de lector.

Escritas para el diario El Mundo desde 1928 hasta su obligado punto final en 1942, las columnas de opinión de Arlt, denominadas Aguafuertes, se transformaron en un espacio ideal donde el escritor trató un abanico de temas de su interés, que iban desde asuntos culturales –su desprecio por la literatura elitista, el rechazo que le producía cierta benevolencia de parte de los críticos de espectáculos– hasta cuestiones políticas y sociales, producto de su ímpetu periodístico, como internarse en un hospital público para conocer por dentro cómo vivían los enfermos, o bien sus elípticos ataques a los gobiernos militares, que por razones del orden de la censura debía criticar con indirectas, aunque no exentas de una riesgosa ironía.

Esa anarquía de temáticas y su periodicidad aproxima las Aguafuertes a aquello que abunda en los blogs y que es una de sus características más notables: el opinar acerca de todo, aun cuando no se conozca el tema en profundidad y sus alcances sean impredecibles. Se conciben de esta manera reflexiones urgentes, con una edición mínima a raíz de los tiempos de publicación, textos que sin embargo cobran valor como testimonio de un momento. A propósito de esto último, vale la pena echar ojo a algunas crónicas calientes publicadas en blogs sobre zonas en conflicto bélico, escritas en el lugar de los hechos, temas que los medios masivos de algunos países deciden (o se ven obligados a) pasar por alto o informar con evidente parcialidad.

Otro detalle a tener en cuenta: lejos de la escritura pulida, la prosa elegante y barroca que caracterizaba a algunos de sus contemporáneos, Arlt utiliza un lenguaje coloquial, redacta de la forma en que habla el argentino promedio (ya no sólo en sus Aguafuertes sino en toda su obra), lo que desata encendidas críticas al “rebajar sus artículos hasta el cieno de la calle”, a decir de un lector que le recrimina en una carta el uso del lunfardo. Lo cierto es que Arlt tenía muy en claro ese detalle, porque de esa forma buscaba distanciarse de varios de sus colegas. “A diferencia de otros escritores de su tiempo, Arlt no se jactaba de su formación. Él trataba la literatura como algo vivo, es un precursor por esa noción anti-académica, y no como se la entendía por esos años”, explica Andrea Bocco, profesora de la cátedra Argentina I en la Escuela de Letras de la UNC.

Ilustración de Eric Zampieri


Escribir mal

El desdén y los ataques provenientes de la Academia, o por el lado de cierta figura de lector avezado, es otro punto que une a Arlt con buena parte de la producción que surge de los blogs. “Se dice de mí que escribo mal”, solía repetir el también dramaturgo cuando explicaba su metodología de trabajo. Al no contar con una formación clásica en el ámbito de las letras, su estilo se forjó a través de lecturas desordenadas, donde se mezclaban autores tan diferentes como José Ingenieros con Dostoievski –también influyeron las malas traducciones de las obras de escritores extranjeros, producto de las ediciones económicas–, concibiendo aquello que se señaló como una literatura marginal o, en palabras de Horacio González, “una prosa que chapotea entre monstruos”. Es decir, en las antípodas de la estética reinante.

En aquel tiempo, entre las décadas 1920 y 1930, la literatura argentina estaba atravesada por dos grupos de perfiles opuestos: el de Boedo –de ideas de izquierda y compromiso social, entre cuyos máximos representantes se encontraban Leónidas Barletta y Elías Castelnuovo– y el grupo de Florida, en el que confluían escritores como el primer Borges, Leopoldo Marechal y Oliverio Girondo, interesados en las vanguardias europeas, fundamentalmente en el terreno de la poesía. “Arlt se ubicó en el centro –apunta Bocco–, sus novelas presentan rasgos de ambos grupos, pero él se mantuvo independiente a estas agrupaciones. Y eso desencadenó la crítica de sus pares: para los de Florida escribía mal, para los de Boedo no se comprometía ideológicamente”.

Al referirnos a las críticas, hay una conexión latente en el tema que nos concierne: los bloggers –término con que se define genéricamente a quien mantiene un blog– publican todo aquello que quieren decir sin filtros de edición ni lectura previa a cargo de correctores, lo que produce textos en los que los errores gramaticales u ortográficos son bastante frecuentes. Esto lo facilita el mismo formato, de creación sencillísima e individual, lo que posibilita a su vez la proliferación de nuevos escritores o simplemente personas adeptas a la escritura, que publicaron en internet sus primeros artículos o relatos, al margen del visto bueno –otrora condición indispensable– que otorga el mercado editorial, la crítica especializada o un número creciente de lectores. Esa forma de escribir desarticulada e informal, tan en boga por estos días y en estas latitudes, también es blanco de críticas por parte de un sector del ámbito cultural afecto al preciosismo en el lenguaje.

En ese sentido, es ejemplar la declaración del filósofo José Pablo Feinmann en la pasada Feria del Libro de Buenos Aires. Consultado acerca de los blogs, el intelectual sostuvo: “Estoy en contra del blog, en la Argentina no hay pelotudo que no tenga un blog […] A la mayoría de los que escriben blogs un buen jefe de redacción les pegaría una patada en el culo y los echaría por la pésima prosa que tienen […] Hay que saber escribir, sino no le hagas perder el tiempo al que te lee, no lo agredas con tu mala prosa. Ese democratismo me parece realmente agraviante con el lector”. Ese pensamiento, aunque radical, también reflejó en mayor o menor medida la opinión de otros intelectuales, que por lo bajo también desacreditan aquel formato digital.

Como era de esperarse, varios bloggers salieron al cruce de estas declaraciones. Pero mientras la mayoría se sentía atacado con la ya famosa frase “cualquier pelotudo tiene un blog” –frase que, ironías aparte, encierra algo de verdad–, sólo pocos se detuvieron a responder y debatir qué razón justifica que esté mal que cualquiera pueda publicar lo que escribe en la web (el “democratismo”), si al fin y al cabo es el lector quien elige qué leer y qué no. Si se tiene en cuenta, además, que muchos de los escritores surgidos en los últimos años en nuestro país mantienen un blog (el más notable es el grupo denominado “La Joven Guardia” o “Nueva narrativa argentina”, conformado por Hernán Arias, Natalia Moret y Juan Terranova, entre otros), es de suponer que en el futuro mucha de la literatura argentina provenga de allí, aunque sea concebida a través de una “mala prosa”, pero con tramas lo suficientemente sólidas como para perdurar en el tiempo. El escritor Oliverio Coelho, perteneciente a esa camada de escritores sub-40, sostuvo en una entrevista a Rolling Stone en 2005: “Hay como un tono generacional que tiene que ver con un uso más despreocupado de la lengua, una naturalidad del texto”. Maximiliano Tomas, periodista cultural y antólogo de varios libros de relatos de escritores jóvenes, comentó en su blog a propósito de un cuento de Terranova: “Menospreciado hasta por su autor, pero muy potente, aunque, Terra, ojota va sin hache, bestia”. Cualquier semejanza con la obra de Arlt tal vez no sea coincidencia.

Ida y vuelta
Llegamos así al que quizá sea el vínculo más valioso entre los dos polos que nos interesan: el trato con los lectores. Una de las herramientas que más aporta a la noción de blog son los comentarios; opiniones, puntos de vista, acotaciones que los lectores vierten en ellos para de esa manera participar activamente en la construcción de la bitácora personal como experiencia narrativa. “Puede enseñarte mucho que te pongas permeable con la visión de los demás”, comenta José Playo, escritor cordobés cuyo blog es el más popular entre los de ficción en nuestra ciudad. “Algunos relatos de mi último libro sufrieron leves modificaciones por lo que algunos lectores sugirieron”, revela y también agrega que ciertos comentarios en su página lo inspiraron a escribir algún relato (“tres veces”, precisa).

Es materia conocida que, producto de las opiniones de terceros, pueden surgir debates o confrontaciones entre lectores y el autor del blog acerca de un tema, lo que lleva a que el planteo inicial desemboque en algo completamente diferente. La importancia de un lector tan cercano es muy notoria y las consecuencias de esto pueden ser determinantes en los nuevos escritores.

Históricamente, en la literatura argentina esta relación no ha sido demasiado frecuente ni fructífera, al margen de autores como Lucio V. Mansilla, quien fomentaba el trato con sus lectores, sí, pero les hablaba de igual a igual; es decir, sostenía un enlace con aquellos de formación letrada, alguien de su mismo nivel. Sin embargo, es Roberto Arlt quien otorga al lector una importancia hasta ese momento impensada en las letras argentinas. Contrario a otros escritores, no solía recibir elogios ni adulaciones, sino que confrontaba con el lector y de esas discusiones extraía materia prima para sus columnas o relatos. Tanta importancia le daba a esa relación, que incluso abandonó un programa radial donde colaboraba porque no soportaba los comentarios estúpidos de sus oyentes femeninas (hay una Aguafuerte donde se explaya sobre este tema); tan significativos le resultaban sus receptores, que se dice de Arlt que dedicó sus últimos años al teatro porque allí recibía de forma directa el dictamen de su público. Bien vale otra de sus citas para ilustrar esta relación: “Eso de saber que no se acciona en el vacío vale mucho. Es quizás el más poderoso estímulo”, reflexiona en otra de sus Aguafuertes.

Muchos autores de blogs escriben a sabiendas de los comentarios que disparará su texto. Así haya tres o doscientos lectores diarios, el blogger publica lo suyo en internet, ante millones de potenciales lectores, con la plena consciencia de que “no se acciona en el vacío”. “Las opiniones laten en algún lugar debajo del teclado y no te dejan ablandar los dedos”, sugiere Playo, y señala una cuestión de la que los próximos escritores –literatos, periodistas, historiadores– no podrán escapar fácilmente: el lector como protagonista activo. Esa intromisión, que podrá ser positiva o negativa dependiendo el caso, también representa un choque al ego y la vanidad. A eso Arlt lo comprendió y, aunque no fue consagrado en vida, el tiempo sería el encargado de colocarlo en el panteón nacional de las letras argentinas. “Me gusta pensar que, de haber podido, Arlt seguramente hubiera tenido un blog que habría actualizado diariamente con avances de sus textos: borradores que se pisarían unos a otros y encendidas respuestas a los comentarios de sus lectores”, escribió en un post Matías Fernández, editor de Hablando del Asunto, uno de los blogs de literatura más activos de Argentina.

Aferrándonos al pantanoso terreno de las conjeturas, hay indicios para sostener que Roberto Arlt construyó una clase de literatura que se practica hoy, aunque eso ponga los pelos de punta a determinados círculos, aunque carezca de prosa cuidada y el lector esté pisando los talones, aunque los eunucos bufen.

Versión completa del artículo publicado en Revista La Central N°10

miércoles, 4 de febrero de 2009

Techno Übermensch


A mediados de la década de 1980, cuando las fiestas electrónicas eran un submundo nocturno aún incipiente, un joven Richie Hawtin solía asistir a los clubs de Detroit para presenciar los shows de sus dee jays favoritos, como Derrick May o Jeff Mills, padres del techno norteamericano. Atraído por esos sonidos y con apenas 15 años, Hawtin consiguió su primera residencia en The Shelter, una discoteca de impronta dark en la que pudo mostrar sus primeras habilidades con las bandejas.

Con el correr de los años, Hawtin se transformaría en uno de los máximos innovadores dentro del terreno de la música electrónica, cualidad que lo sitúa entre los productores más respetados del planeta, fundamentalmente en el techno y el minimal. Por sus trabajos conceptuales, en los que adopta el alias Plastikman, ha recibido elogios tanto de sus seguidores como de sus colegas. También es el responsable del sello Minus, que cuenta entre sus filas a artistas como Loco Dice o al argentino Barem.

Aunque radicado en Alemania desde hace algunos años, cuando recibe el llamado telefónico de La Voz del Interior Richie Hawtin se encuentra en algún punto de Guadalajara, disfrutando del clima.

-¿Cómo te está tratando México?
-Bárbaro, esto es muy diferente a Berlín. Hace calor, los árboles aún están verdes, el sol brilla, la gente es muy amigable… Definitivamente es un lindo cambio.

Hawtin está en medio de la gira Contakt, una experiencia multimedia que cuenta con una puesta en escena interactiva y la participación de varios artistas del sello Minus. Entre otras particularidades, la instalación de Contakt lleva un cubo gigante colgado en medio de la pista, que permite descargar música inédita a un celular si se lo acerca al artefacto.

-¿Cómo surgió la idea de hacer esta gira interactiva?
-Queríamos hacer algo especial por el décimo aniversario de Minus. Siempre me interesó ofrecerle a la gente más de lo que ella espera, por eso he trabajado mucho con mi amigo Ali Demirel, el encargado de las visuales en este proyecto, y decidimos hacer una colaboración en vivo sobre el escenario, usando la última tecnología digital, tanto en sonido como en luces, para hacer algo nuevo y excitante. A nuestra manera, claro. Mucha gente que aprecia Minus le gusta ver a la pandilla completa, y pensamos entonces que estaría bueno hacer un show en vivo todos juntos. Esto es nuevo para nosotros. Mientras más tocamos, más cómodos nos sentimos. Cada noche es diferente e inspiradora.


-Fuiste uno de los primeros en utilizar tecnología digital para tus presentaciones en vivo. ¿Cuál es, desde tu punto de vista, el próximo paso en materia de set ups?
-Por lo general, en los shows hay varias personas concentradas en lo suyo: alguien se encarga de las luces, otro de los videos y el dee jay mezclando la música en vivo. Lo que ya estamos haciendo en esta gira es lograr que esos tres sistemas estén conectados en red. De esa manera, podemos enviar información a cualquiera de los tres canales, y usar eso para crear una experiencia más colaborativa que cada operador por su lado. Creo que esa es la dirección a seguir. Se va a comenzar a ver más gente haciendo shows interactivos, en lugar del concepto típico de ver a alguien tocando y por detrás de él proyectar unos gráficos. Se va volver algo más inmersivo, como un ambiente en el que la gente será absorbida.

-¿Cuál es tu opinión acerca de la democratización de la tecnología? ¿Lo ves como un desafío?
-Creo que es algo positivo. Sin eso yo no estaría acá, tengo que darle el visto bueno porque abrió los géneros de la música electrónica y le dio más chances a la gente. Esa democratización tuvo sus inicios a principios de los 90, cuando algunos instrumentos o cajas de ritmos se volvieron económicamente más accesibles. Ahora esa cuestión fue mucho más allá, porque cualquiera puede descargar música o bajar un programa y probar. Eso es una gran cosa, porque trae más música, buena y mala, pero otorga el poder individualmente para explotar la creatividad.

-En uno de los últimos compilados de Minus participan los cordobeses Luciano Le Bihan y Exequiel Brandan. ¿Cómo diste con ellos y qué fue lo que te atrajo de su música?
-Para el mix que estaba realizando quería productores de todas partes, la intención era mostrar las diferentes caras de la electrónica alrededor del mundo en el 2008. Se lo comenté a Barem, le dije que buscaba resaltar algunos productores nuevos de Sudamérica, y él me contestó: ‘Tenés que escuchar a algunos de mis amigos’. Me hizo oír ese track (Flying) y encajaba perfecto. Es minimal con algo de techno, pero además tiene un sabor diferente de la otra música que estaba usando, un sonido que generalmente proviene de los productores sudamericanos, no sé si es por las raíces latinas o su amor a la música. Lo cierto es que todo el ambiente de una persona termina influyendo en lo que es y en su creatividad.


-Muchos dee jays de renombre mundial han pasado por Córdoba. ¿Te han dado alguna referencia?
-Te digo la verdad, todas han sido buenas. Cada dee jay que conozco que ha ido a tu ciudad me dice que es un lugar al que tengo que ir, porque es donde han tenido sus mejores experiencias. Así que estoy muy ansioso de ir para allá.

-A propósito de tus colegas, son varios los que te nombran cuando se les pregunta a quién admiran. ¿Cómo te llevás con ese reconocimiento?
-Es bueno escuchar eso. Una de las cosas que trato de hacer es desarrollar diferentes climas, ser honesto conmigo mismo y seguir mis propios pasos. Eso lleva a que a veces puedas estar de moda y otras veces no, pero al final construís un recuerdo y una integridad. Aunque en algún momento la gente no comprenda o no aprecie lo tuyo, cuando miren hacia atrás van a respetar lo que hiciste. Espero que la gente que me admira lo haga porque también me respeta.

-¿Hay algún clima ideal que deba tener el público para disfrutar de tu set?
-Mientras más abierto sea para las nuevas formas de la música, mejor. Entiendo que mi trabajo es entretener, hacerlos bailar, pero no quiero que sea una noche fácil. Voy a pasar algunos de sus temas favoritos, algo que ellos esperan de mí, pero también quiero gente que sea abierta, para que me den la libertad de llevarlos a algún lugar al que tal vez nunca había ido. Mi objetivo cada noche es ofrecer al público algo que sea especial y que lo recuerden por mucho tiempo. Con algo de suerte, por el resto de sus vidas.

Entrevista a Richie Hawtin, publicada en diciembre pasado en La Voz del Interior, a raíz de su primera presentación en Córdoba. Para usar un término afín, esta es la extended version de la nota. Aunque tal vez sería más justo decir que es el original mix.

viernes, 23 de enero de 2009

Las formas del plagio

Desde hace algunas semanas a Coldplay lo persigue la sombra del plagio. Primero acusados por la entonces ignota banda neoyorquina Creaky Boards y luego por el guitarrista Joe Satriani, la canción Viva la vida fue blanco de críticas al sonar sospechosamente parecida a otras.

Lo cierto es que la tradición de la música popular está llena de estos pequeños déjà vu. Uno de los casos más resonantes tuvo a George Harrison como protagonista, allá por la década de 1970: se lo acusó de plagiar el tema He’s so fine, del grupo femenino The Chiffons, materia prima con la que se habría inspirado para componer My sweet Lord, uno de sus éxitos más espirituales y perdurables. Lo curioso del asunto fue el veredicto de la Justicia, al dictaminar que el suyo había sido un plagio inconsciente, sin intención previa, lo que no eximió al ex beatle de pagar cerca de medio millón de dólares a los damnificados.

El terreno es espinoso cuando se trata este tema. Si en una composición el instrumento más acentuado suena demasiado similar al de otra pieza –puede ser la melodía de voz, pero también el fragmento de un solo de guitarra, las notas de un saxo o cualquier sonido– ya se empieza a hablar de plagios u "homenajes", a decir de los más cínicos.

Hay un relato breve de Cortázar, llamado Posibilidades de la abstracción (puede leerse aquí), en el que su narrador cuenta que tiene la capacidad de extraer un objeto de su contexto para así observarlo en solitario. De esa forma, concentrado en tal asunto, puede anular al portador de un reloj de pulsera, por ejemplo, y observar apenas un metal cilíndrico que levita por el aire.

Esa visión poética de la vida se asemeja bastante al desarrollo del oído en el ámbito de la música. Un oyente medianamente avezado puede sustraer de determinada canción un instrumento en particular –aunque no sea el que más se destaque– y reproducirlo mentalmente sin los otros sonidos, mientras que el oído promedio tiende a fijar su atención en la melodía principal. Cuando se ejercita esa destreza de la abstracción instrumental (algo bastante frecuente entre los músicos que aprenden a tocar de oído), es común encontrar coincidencias dentro de diferentes canciones.

Esa cuestión está más presente en la armonía, es decir, las progresiones de acordes, y si se atiende a esto con demasiada precisión y suspicacia, se pueden hallar similitudes constantemente, aunque disimuladas o aplicadas para diferentes propósitos, por lo que en esos casos no se habla tanto de plagio como de influencias.

Hay otro aspecto dentro de las copias musicales que no está tan relacionado con la composición (la cuestión armónica), sino más bien con el trabajo del productor, que pone en práctica artilugios de estudio que se reiteran una y otra vez a lo largo de los discos para concebir música más o menos parecida. Llevada al extremo, esta cuestión da lugar a la llamada música enlatada, de bandas prefabricadas o músicos de laboratorio, con riesgo artístico nulo y un conjunto de profesionales detrás de algo que busca repetir una fórmula probada en otro momento.

El pop es prodigio en inventar esta clase de adefesios ya desde sus inicios, con bandas como The Monkees, que buscaba emular el éxito de grupos como los Beatles o los Byrds. El colmo, el punto más alto dentro de este patetismo cultural, llegaría a fines del siglo pasado con la creación y propagación de las boy bands (cuarteto o quinteto de cantantes y bailarines), proyectos surgidos de reality shows, blanqueando así públicamente que todo se trata de entretenimiento, y cuyos referentes eran otras agrupaciones surgidas de mentes poco ligadas al arte pero muy astutas para los negocios.

¿Utilizar un segmento musical ajeno para componer uno propio –como se lo acusa a Coldplay– es más o menos deshonesto que aplicar una receta masticada para forjar una carrera en el ambiente artístico? Si el talento es irreproducible y la mediocridad tan fácil de imitar, sólo nos queda estudiar los resultados para resolver ese planteo. Y entre Viva la vida y el último hit de Britney Spears no queda mucho margen para la duda, ¿o sí?