jueves, 28 de mayo de 2009

Los alcances de un blog


En mayo del año pasado, el Capitán Burton publicaba en su blog una historia que narraba el regreso de un argentino a su país luego de vivir algunos años en el exterior. Para su sorpresa, en el trayecto que va del aeropuerto hasta su casa, el viajante comienza a ver algunas escenas que le llaman la atención: gente leyendo en las plazas y los bares, señoras discutiendo sobre teoría literaria, fachadas de bibliotecas en cada cuadra; en definitiva, polaroids de una cotidianeidad que gira alrededor de los libros. El remate del cuento es el siguiente:

Me bajo del taxi. En la puerta de casa me están esperando. Antes de soltar las valijas pregunto qué es lo que está pasando.
-Ah... claro, no sabés nada. Fue hace 6 meses... murió Tinelli.


Aquel post tuvo decenas de comentarios y no pasó mucho tiempo hasta que comenzara a difundirse en cadena de mails, e incluso hubo quienes se lo adjudicaron, con leves modificaciones, y empezaron a publicarlo en sitios como Taringa! u otros blogs. La fuente nunca se citó, o bien sólo se aclaraba con un vago “Sacado de un mail que anda dando vueltas por ahí”. Hasta este punto, nada nuevo: una más entre las muchas curiosidades que permite la Web, donde los derechos de autor son todavía una materia inasible y de discusión permanente.

Lo interesante del caso tiene como protagonista a José Pablo Feinmann. Es de público conocimiento el rechazo que le producen los blogs al filósofo, prueba de ello es el video que sigue a continuación, extraído de una entrevista que le realizara Clarín.com en la Feria del Libro de Buenos Aires de 2008:



Unos meses más tarde, Feinmann ratificaría su postura a través de una fotografía provocadora, en el marco de una charla llevada a cabo en la librería porteña Eterna Cadencia en abril de este año, en la que sostenía un libro sobre blogs en una mano y en la otra mostraba el pulgar abajo. La imagen seguramente buscaba una intención humorística antes que polémica, pero no deja de llamar la atención que el mismo Feinmann, semanas después, utilizara materia prima surgida de un blog para argumentar la pobreza cultural del país, a través de lo que él mismo llama “la TV vómito”.

Tal cosa sucedió en Un mundo perfecto, el programa que conduce Roberto Pettinato por América, y el extracto de esa charla puede verse en este artículo de la revista Pronto. Uno de los primeros en darse cuenta del caso fue el mismo Capitán Burton, quien lejos de molestarse, se mostró sorprendido de que un post suyo llegara a la televisión. En definitiva, el acontecimiento muestra, una vez más, los alcances de un blog.

jueves, 21 de mayo de 2009

Una melodía en cada línea


La carrera de Graham Coxon es equivalente a la de John Frusciante al otro lado del océano: los dos forman parte de un supergrupo de rock, pero llevan en simultáneo un abundante registro solista en el que dan rienda suelta a sus costados más introspectivos. También los une un curioso reverso: mientras los Red Hot Chili Peppers se encuentran en un parate indefinido, en este 2009 Blur regresa a los escenarios luego de más de un lustro de separación.

Vuelve entonces uno de los emblemas del britpop, donde Coxon tuvo un protagonismo central con su Telecaster a cuestas. Sólo resta esperar que el operativo retorno no eclipse The Spinning Top, el séptimo intento en solitario de este nerd sensible, una obra despojada y bellísima que lo aleja de la pulsación indie-punk que había caracterizado sus trabajos anteriores.

El álbum inicia con Look into the light, una pieza en la que sobrevuela el fantasma escuálido de Nick Drake. Allí también se aprecian dos constantes del disco: la acusticidad y las afinaciones alternativas. En realidad son muy pocos los temas, como Dead Bees, en los que el sonido vira hacia la distorsión; el resto pinta paisajes entre lo bucólico y la melancolía, con una voz que sin grandes aspiraciones llega a emocionar a través de las melodías.


Si la primera frase del disco indica “Mira hacia la luz”, el cierre con November sostiene: “El cielo se rompe/ Sopla junto al viento de noviembre”, todo en medio de una atmósfera sombría en la que Steven Street, productor de la placa, seguramente tuvo mucho que ver. La vida de un ser humano, desde su nacimiento hasta su deceso, parece ir trazada a través de las diferentes canciones. En ese sentido, The Spinning Top también se revela como un disco conceptual.

Por allí se destacan Perfect Love (la presencia lennoniana), la psicodélica Caspian See, Sorrows army, que pide a los gritos ser parte de alguna banda sonora, y Brave the storm, con cierto aire a Neil Young y Bob Dylan.

El punto más alto del álbum es sin embargo la admirable In the morning, una suite acústica de ocho minutos y medio como aquellas que componía el Spinetta de los 70 (Canción para los días de la vida, Cantata de puentes amarillos). Al margen de la improbable influencia, el estribillo de la canción de Coxon puede leerse como el leitmotiv de The Spinning Top: “There’s a melody in every line/ and a sorrow in these eye’s of mine/ If a diamond hangs in every tree/ and a life is lost for every leaf/ Can a bird still sing?” (Hay una melodía en cada línea/ Y una pena en mis ojos/ Si un diamante cuelga de cada árbol/ Y una vida se pierde por cada hoja/ ¿Podría seguir cantando un pájaro?).